Raro sería que el curioso lector que se adentre en estas páginas no encontrara lo que, quizá sin saberlo, anda buscando.Aquí encontrará de todo. O de casi todo. Un hombre que lleva muy mal su reciente viudez, un jugador que antepone su palabra a cualquier otra cosa, una mujer que recobra su dignidad a lomos de un caballo blanco, un conquistador conquistado, una artista desgarrada por el rumbo que toman de las nuevas corrientes artísticas, una confusión burocrática en la Alemania nazi, un sonajero en el que resuenan ecos de la guerra incivil, una niña santa, una santa niña, un señor negro muy popular, un señor anarquista al que no le gustan los relojes, una escultura de 38 toneladas que desaparece por arte de birlibirloque, una extraña reunión entre un ministro puritano y una eminencia emérita, un contrato bajo sospecha, un escritor con sombrero borsalino, unos peculiares encuentros virtuales, una distopía muy de nuestros días, una memoria histórica un tanto hipertrofiada, las neuronas espejo, la nave que nunca ha de tornar, el gen de una familia genial, un paseo del autor con su madre, la imposibilidad del concepto puño abierto, la posible naturaleza cultural (valga la paradoja) del ser humano, el lenguaje exclusivo, la igualdad entre hombres y mujeres, las maniobras de distracción de los prestidigitadores y los efectos nocivos del aburrimiento. Y todo ello aderezado con las características dosis de ironía del autor (y también de sarcasmo, todo hay que decirlo). ¿Se puede pedir más? Feliz lectura.