Con Pájaro, ni en mano, ni ciento volando, Aitor Uría no busca ni la huida ni la adaptación, ni expandir la circunferencia de los valores artísticos del pensamiento alternativo ni cuadrar el círculo. Lo que encuentras al abrir las páginas de este libro es un recordatorio intermitente de que puede ser demasiado tarde cuando nos dignemos a reaccionar, que la evasión y la derrota significan lo mismo reflejando en primerísimo plano las alas pringosas cruzadas con tentáculos de pulpo de un ave que planea por todos los terraplenes, los adjudicados y los incivilizados: la substancia que te subyuga.