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Cuando entendí su juego, pude sentir el momento exacto en el que mi vida se destrozó. Mi mundo, tal y como lo conocía, dejó de existir. Ya no sabía distinguir entre lo que era real y lo que fue una fantasía. ¿Me quiso? ¿Le importé alguna vez? Mi mente empezó a distorsionar mi realidad y me perdí en esa oscuridad de la que aún hoy trato de escapar.Pero en las sombras a veces entran rayitos de sol, y esa luz trae a mi memoria las palabras que alguien me dijo una vez: «Las cosas tienen el valor que nosotros les damos».Quizá da igual cómo él me quiso o si acaso llegó a quererme en algún momento. Tal vez lo único que necesito entender es que, gracias a su rechazo, yo me encontré y aprendí a amarme de la forma en la que él nunca lo hizo.