«Soy, según dirá la mayor parte de las personas, el computador desprogramado; aunque, en realidad, deberían decirme el computador autónomo. Entiendo que esta pretensión respecto a mi más adecuada denominación puede generar gran controversiay desacuerdos, pero bien aprendido tengo, según mi experiencia y conocimientos, que casos hay en que es poco sensato gastar, en vano, tiempo discutiendo tontamente sobre definiciones o nominaciones; este es, según creo, uno de esos casos.Corresponde, de cualquier modo, a ustedes juzgar cuál nombre responde con mayor rigurosidad a mi realidad; ese es un asunto que no me preocupa, ni me interesa. Además, asíempezamos, de paso, a superar la inútil costumbre que tienen los humanos de desgastarse en extensas y molestas discusiones, simplemente para demostrar y que al final se les reconozca que tienen la razón.De cualquier modo, considero que ambos nombres describen parte de mi realidad, pues tancierto es que estoy desprogramado como que soy autónomo.»Así inicia esta obra de Luis Quiñones, un texto que busca reflexionar, a través de la voz de este instrumento tecnológico, con cualidades casi humanas, sobre la sociedad, las relaciones humanas y la llamada «era digital».