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En el posparto aparece un terremoto emocional que lo cuestiona todo. Acabas de aterrizar en tu rol de madre, mujer adulta, con responsabilidades. Y, sin saber cómo, sientes tu alma rasgada mientras descubres en ti a una mujer que no conocías. De repente eres una persona agotada, fuerte, triste, feliz; puérpera.Eres la voz dormida que trata de hablar, la voz silenciada, contenida. Una voz que pide a gritos, sin decir palabra, calma, seguridad, confianza.Es tiempo de reinventarse, de perderse y encontrarse. Tiempo de valorar lo que de verdad importa; tú eres la mejor madre que tu hijo puede tener. Tu hijo solo tiene una madre, y eres tú.