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El ser humano puede considerarse un instrumento musical, pues la poesía es la ambición del lenguaje por volverse tan poderosamente emocional como la música. Los libros, así, vienen a ser una partitura escrita para la intimidad de un solo ejecutante.La música y la poesía son lenguajes donde no existe la mentira. Ambos se articulan generando una tensión que se alivia como un descubrimiento sobre nosotros mismos. En un poemario, entonces, se pretende que ejecutemos los sonidos que revelarán lo que somos.Mas la vida no es estática. De ahí que las constantes de la música y de la poesía sean el ritmo, el cambio. Y bienvenido sea a este libro quien desea escuchar la compleja sinfonía de lo que somos, de lo que hemos sido y en lo que ardientemente deseamos convertirnos.El orden superior presenta el desarrollo emocional y cognitivo de una vida. En él resuena, en múltiples y cambiantes ritmos, desde la infancia inquieta e imaginativa, hasta la madurez de quien, en el ruido del mundo, afirma el más alto grado de su existencia.