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Y de repente, en el camino, encontré unas hojas de papel sobre la hierba, las cogí, caminé por la primavera sintiendo sus letras, soñando de nuevo al leerlas. Y caminé llegando al verano, sobre los caminos de tierra seca, encontrando aventuras nuevas. Así, al caminar por el otoño entre las hojas caídas de los árboles percibí que algunas estaban escritas, las llevé con el viento hasta pisar el frío del invierno y como en un cuento encontré nuevos versos sangrando en el suelo. Y por cientos de caminos fui andando, hasta que paré sobre una gran piedra en lo alto y allí, en este libro, se fueron quedando.