La pasión por las letras y la cultura, encuentra su nicho en el tiempo del otro, ese quien de manera irreverente decide leerte. Quien se ha entregado al lápiz y al papel, ya no podrá escapar jamás, pues ahora está preso de su propia locura. Pero también es su carcelero, ese que se apresura a entregarte el pan, en el que de alguna manera extraña, logras querer. Escribir es un acto irreverente, y leer lo es aun más. ¿y quienes deben juzgar a los irreverentes? Quien más sino uno mismo, y no hay nada más difícil que juzgarse, aunque el castigo sea benevolente.Y si el juicio fuese amigable, y si la decisión favorecedora, el resultado sin duda, será este: un libro. Es entonces esta gran obra más que irreverente, pues ha reunido un grupo de autores soñadores, quienes en un acto de valentía y generosidad, nos comparten sus más hermosos cuentos y poemas.